Primer acto. En el acto del miércoles en el Galpón G, con el ministro del Interior Florencio Randazzo en la mesa principal, no ocultó su malestar con un funcionario del riñón del precandidato presidencial “usted sabe que tengo una inquina personal con usted”.
La frese fue exclusiva para Marcelo Bosch, presidente de la sociedad estatal Belgrano Cargas y hombre del riñón del ministro del Interior y Transporte: “no te nombre compañero Bosch, tengo alguna inquina (*) con vos; pero sé que todavía estás a tiempo para revertir la situación, no le puedo culpar al ministro de que el C25…. yo se que el Ramal C25 se va a hacer”….
En ese mismo discurso y por elevación llamó a sus seguidores a caminar la calle “cuerpo a cuerpo”, “porque la guerra se gana cuando el infante pisa la tierra”, “aparte de hacer el trabajo en las redes sociales”.
Segundo acto. Al costado de la ruta nacional 11, cerca del ACA de Clorinda, arribó con su camioneta y un par de colaboradores el jueves. Personalmente comprobó la situación de las inundaciones. No avisó a nadie de su viaje. Una vez en la segunda ciudad “mandó a llamar” los “funcionarios” y “les bajó línea, con los pies sobre el barro” comentó un cercano al intendente Celauro. “tenía cara de pocos amigos” agregó un periodista radial de los pagos de Mayans.
Tercer acto. La cereza del postre retumbó ayer en su discurso en el operativo “Por Nuestra Gente, Todo” en el barrio Itatí.
“No los voy a nombrar, porque parece que estamos quedando pocos. Están escapando algunos” se despachó el mandatario. Varios funcionarios frenaron sobre sus pasos y giraron 180 grados en cuestión de milésimas. Uno de ellos, que salía del lugar del acto hablando por su celular alta gama con una amplia sonrisa, no se percató del reto gubernamental y siguió camino. A los 15minutos regresó.
Pero la historia no culminó allí. Recordó al Papa Francisco cuando el Santo Padre pidió que sus pastores “tengan olor a cordero” y lo adaptó a su gusto para “marcarle la cancha a sus seguidores”. Le pidió que “cada uno” de sus funcionarios “tengan olor del pueblo y no poner cara de amargados cuando lo atienden”, paso seguido repitió la frase en guaraní.
Ni siquiera se permitió esperar que finalicen los fríos y temerosos aplausos y prosiguió: “algunos creen que son pícaros y viene cuando llego todos se muestran, y dicen ya me vio el gobernador y después salen (se van). Lo que no saben es que allá afuera yo tengo gente que me cuenta quienes son los que se van antes y quienes se quedan hasta último momento”.
El “dueño de los votos” les pidió también que ir al operativo solidario “no tiene que ser una obligación” y lo calificó de “un hecho de amor, de compromiso y de militancia”.
El vicegobernador Floro Bogado, no solo que aplaudió con fuerza las expresiones de su compañero del fórmula desde el año 95, sumó una pícara sonrisa -en señal de aprobación- que pudo verse por la TV oficial.
Más tarde, y luego del congreso partidario, compartió un almuerzo en el Club Sarmiento. No faltó nadie. Todos sonreían. Los celulares estaba apagados o en silencio. Las charlas con los dirigentes del interior parecía de viejos amigos que se reencontraban después de muchos años.
Antecedente. Lo último que conocimos de un reto del gobernador, no fue en público; pero sí publicado y convertido en “latigillo”: “acá hay olor a pescado podrido”. Fue en la inauguración de una dependencia policial y el receptor fue el ministro Jorge González.
Para quienes fue el mensaje?. Ese es una cuestión que entre ministros, secretarios, subsecretarios y directores analizan con fina delicadeza.
La sociedad que se enteró de este hecho, lo celebró en redes sociales. Pero entre los “capos” agregaban a la lista a la prensa oficialista: “no salen de las cuatro avenidas, sólo nos hacen notas a nosotros. Nunca a la gente” comentó en voz baja un ministro de barba tupida.
Comienza la campaña electoral. Está claro que Gildo quiere que el perfume francés, los viajes al Caribe, la alfombra de las oficinas, las secretarias y secretarios queden relegados, junto a “cariñosos” regalos de peluche que se conocen en la casa vidriada de la calle Belgrano, y el piso de la casa de los inundados llenen de barro los zapatos de los funcionarios.
Buena prueba sería visitar esta semana las oficinas del IASEP para ver si –por ejemplo- surgen las sonrisas de las “amargas” secretarias y el despacho del interventor se “abre para atender al pueblo”.
Fútbol. Para ponerle final redondo a este comentario, celebramos la llegada de River al Antonio Romero, el triunfo de La Unión Básquet frente a los correntinos de Regatas y le anticpamos: existe un 93.5 por ciento de posibilidades que Boquita inunde de azul y oro el estadio de la Liga en el mes de agosto (frente a Banfield). Ah.. y recuerden que Las Panteras quieren llenar el Cincuentenario.
Buen fin de semana
(*) Inquina: s. f. Antipatía o mala voluntad hacia una persona. (Diccionario Manual de la Lengua Española)